Aunque el fuego se aparte,
te sigue mi silencio
a donde dejes de ir.
Te sigue ciego, y sin más lazarillo
que el tañido de tus pasos.
Entre las palabras escondidas
que reinventas en las mañanas,
vengo de tu cuerpo a la llovizna,
de tus planetas a mis quehaceres.
Vengo de mi muerte hacia tu vida.
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